Besos
tramposos
La señora Sappleton le pidió a su hija, Vera,
que fuera a comprar pan para almorzar. Ella obedeció y salió de la casa. Cuando
iba a entrar a la tienda se encontró con su simpática vecina Yamila, adorada
por todos porque era la persona más gentil y humilde del pueblo. Vera siempre
quiso ser amada por todos y por esa razón le tenía a Yamila una espantosa
envidia.
— Hola, Yamila.
— ¡Hola, Vera! ¿Cómo estás? Hace
mucho tiempo que no nos vemos.
— He estado muy bien. ¿Qué haces
aquí?
— Espero a mi madre que está
comprando. ¿Y tú?
— Sólo venía a… hablar contigo —.
mintió.
En ese momento Vera vio en el tronco de un
viejo árbol la inscripción grabada de dos iniciales “Y y K” rodeadas de un
corazón. Entonces se acordó de Kevin, el amado de Yamila, el chico mas apuesto
del pueblo.
— ¿Cómo va tu relación con Kevin?
— peguntó Vera.
— ¡Mejor que nunca! El otro día a
la mañana nos sentamos en ese árbol y nos besamos por primera vez.
— Ah… ¿ustedes escribieron “Y y K”
en el árbol?
— No, pero por eso decimos que ese
es nuestro árbol, ¿no es mágico?
— Pero… ¿ustedes no conocen la
historia de Yasmin?
— ¿Yasmin? No ¿Quién es?
— Quién era… querrás decir. Ella y
su amado Krish se encontraban todas las mañanas en ese mismo árbol, pero un 3
de abril, luego se haberse besado por primera vez y haber sellado su amor
escribiendo sus iniciales en el árbol, algo misterioso pasó. Al poco tiempo fueron
encontrados muertos junto al árbol. Sus cuerpos estaban secos, nadie supo
exactamente qué había ocurrido. Al poco tiempo dos brotes comenzaron a nacer
del árbol seco y, poco a poco, se transformaron en dos flores: una azul y otra
rosa, que son las que están a los costados del árbol. Nunca se volvió a saber
de ellos. La leyenda dice que muchos años atrás, una mujer llamada Speranza
besó a su amado en el mismo lugar en donde está el árbol actualmente. Luego
quedaron paralizados y se convirtieron en un árbol floreciente. Por eso se dice
que cada pareja que se bese cerca del árbol quedará convertida en una planta.
Yamila se había quedado quieta y
callada pensando si eso le podría suceder a ella. Tenía mucho miedo.
— ¡Qué raro que no te lo hayan
dicho antes! Disfrutá tus últimas horas de vida… No siempre la transformación sucede
al día siguiente, puede tardar semanas, o quizá meses— seguía diciendo Vera.
— ¡No quiero ser una planta!
— Tienes que prometer que no se lo
contarás a nadie. Porque de lo contrario, tu trasformación será aún más
dolorosa y harás que tus seres más queridos sufran también.
Yamila no podía moverse. No
sabía qué hacer ni qué decir. En ese instante apareció su madre y se la llevó a
la casa. Vera entró rápidamente a la tienda y compró pan lo más rápido que pudo
para que su madre no se preocupara por su tardanza. Volvió a la casa y comió tranquilamente mientras
disfrutaba el terror que le había causado a Yamila al contarle esa historia
inventada.
¡Excelente, Luna!
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